LOS GORRILAS DEL HULA EN LUGO O TRAS DE MI VENDRÁ QUIEN BUENO ME HARÁ

Hay problemas cotidianos en las ciudades que los ayuntamientos intentan resolver con todo tipo de experimentos y pocas esperanzas de lograrlo: Uno, los aparcacoches, esos vigilantes espontáneos de los estacionamientos conocidos como gorrillas. El sobrenombre procede de Sevilla, ciudad primera en este tipo de eventos, por ir sus pioneros tocados con una gorra de plato para conferirse aires de autoridad y que recientemente ha aprobado una ordenanza que considera la actividad una forma de mendicidad "coactiva" y establece multas de 120 euros para los que reincidan.

Al tratarse en su mayoría de indigentes, la norma prevé que las sanciones sean sustituidas por "sesiones de atención individualizada con los servicios sociales o por especialistas en materia de drogodependencia" y "cursos en los que se les informará de que las instituciones públicas les ofrecen apoyo y asistencia".

Los usuarios del HULA están pidiendo a voz en grito una 'ley antigorrillas', también algún partido político pero estos últimos es sólo por protagonismo e intentarse sumar al vocifero popular.

Esta zona está infestada de gorrillas mal encarados, mayormente de la raza calé y rumanos, algún payo, pocos, casi todos son heroinómanos que viven en las calles que rodean al complejo hospitalario y en un cercano barrio marginal llamado O Carqueixo.

Los juristas opinan sobre el sancionarlos: "El concepto de mendicidad coactiva es completamente inane, no tiene ningún efecto. Parece que el adjetivo coactivo lo han metido para que no parezca que se persigue la simple mendicidad y quedar bien", señala Joaquín Urías, letrado del Tribunal Constitucional. Urías también estima que un desarrollo posterior para incautar a los infractores su recaudación como restitución de la falta es sencillamente irrealizable. Para el catedrático de Derecho Constitucional Gerardo Ruiz-Rico, el problema está en que un Ayuntamiento no tiene la capacidad de regular comportamientos que son derechos fundamentales, y que para calificar la mendicidad de coactiva es "necesaria una habilitación legislativa superior". Eso es precisamente lo que reclaman los vecinos que acuden al HULA, quienes han pedido a Orozco y a título particular que elabore una ley antigorrillas.

Se trata de erradicar a los gorrillas extorsionadores, a los que rayan las carrocerías, a los mal encarados que amenazan subterfugiamente.

Si hubiera empleados uniformados y reglados, tenían la virtud de espantar a los ilegales, pero podríamos ir hacia Guate peor y que aconteciera como con los empleados de la ORA de Lugo, los de esa polémica empresa en la que hay imputados por operaciones oscuras y que actúan sin miramientos y de rayando la ilegalidad y que sin ser agentes de la autoridad, simplemente por que no han sido nombrados por la misma si no por una empresa particular que los embute en un uniforme similar al de la Policía Local (Gorrilla incluida) al final si te "tickan", y no pagas te pasan un embargo bancario y todo absolutamente sin que intervenga ninguna autoridad. Casi para esto es mejor que le multe un gorrilla de los habituales, la multa será menor y no le tocarán la cuenta del banco. Estos te multan al despiste, cuando vas a buscar cambio, cuando conocen tu coche pero por que pagas todos los tramos y te quedaste media hora más de siesta y ya vas a poner el tiket y está sancionado (como los perros callejeros).

El esfuerzo imaginativo para erradicar este fenómeno, atenazado por el riesgo de infringir no ya derechos fundamentales, sino el sentido común, ha conducido casi siempre a los munícipes al fracaso estrepitoso. Pasarán a rayar carrocerías o retorcer concienzudamente los limpiaparabrisas.

Entrevista y estancia de dos holas junto a dos de los gorrillas que trabajan el HULA de Lugo: Son los dos gitanos, viven en el Carqueixo y nos acercan su opinión a cambio de medio paquete de Winston. Se llaman el mayor de 17 años Neizan y el otro David de 15, son primos y habitualmente se pasan la mañana frente a la entrada principal, entran al hospital exclusivamente a hacer sus necesidades perentorias, en los servicios públicos de la cafetería que abre las 24 horas.

Lucia Soto. ¿ Habeis estado o estais escolarizados, estudiais?

Nz. No señora, fuimos al colegio de pequeños a aprender los números, las letras no se nos dan bien.

Ls. ¿Y vuestros padres?

Nz. Ellos andan todo el día con mis tios a la chatarra y el cartón para después vender, trabajan desde las siete de la mañana hasta más de las diez de la noche que llegan al poblado.

Ls. Cuando os vi le dijiste a tu primo, vamos que vienen a aparcar unos payos, ahora me toca a mí. ¿como haceis o como buscais a los clientes?.

Nz. Si hay sitio libre de aparcamiento. David normalmente se encarga de silbar cuando alguien retira el cohe y se queda guardando el sitio, después voy yo y si veo a alguno que va despacio le indico de ese sitio libre que ha quedado.

Ls. ¿ Y si no te da propina el payo?.

Nz. Siempre la dan, algunos menos, a veces dicen que no lleva suelto pero te buscan y si les miraste del coche algo siempre te dan?

Ls. ¿Rayais o causais desperfectos en los coches?.

Nz. No señora, aquí también hay gente que roba pero nosotros no hacemos eso, somos legales y nos perjudican los ladrones. Ellos están enganchados al caballo y van de un rollo más chungo. Mi primo y yo buscamos para vivir.

Ls. ¿Qué diriais si la policia municipal os multase ya que no es un "trabajo" oficial ?

Nk. La policia siempre está detras de nosotros, nos manda marchar pero en cuanto se van volvemos y si nos multaran a nosotros vendrían otros.

Ls. ¿Es cierto que amenazais o hablais mal a los conductores que no os hacen caso o no os dan dinero?.

Nz. Según, a veces alguno si lo hace, yo como mucho ni le insulto ni nada, lo arreglo con un corte de mangas y me voy a buscar otro cliente, siempre guardando el sitio.

Ls. ¿Sois conscientes de que no es una actividad legal?.

Nk. Sí, por eso le escapamos a la policía. Tenemos que buscarnos la vida de alguna manera y a poder ser cerca de nuestras casas y este es el negocio que nos toco como dice mi tio Alberto.

Al cabo de unos 45 minutos de conversación, resumidos en lo fundamental, los dos chavales se van y continúan aparcando coches "al silbido". Me quedó un aire de amargor interno al comprobar como dos personas de 17 y 15 años que debieran de haber seguido algún tipo de plan de estudios y que además se les subvenciona a sus familias, carezcan de la más mínima cultura, conocimientos que debieran de poseer, por eso los municipes primero debían de replantearse una buena escolarizació y un plan de actuación sobre barriadas marginales, antes de legislar para sancionar a unos pobres chavales que como indiqué al principio de ser substituidos por los del traje la circunstancia siempre iría en detrimento del ciudadano.